miércoles, 25 de noviembre de 2015

FERNANDO LUIS SAN MARTIN - AGOSTO 2003



En agosto de 2003 en el programa radial "Retratos en la ciudad", Cristina Oller y Ricardo Debeljuh entrevistaron a quien estaba en ese entonces al frente del Museo Fotográfico de Quilmes, en una gestión que no su superó luego de su paso por esas salas. Luego fue desplazado, pero su compromiso con la imagen histórica de Quilmes continuó a lo largo de los años privadamente, como docente, con sus 5 libros, desde la radio (FM Elit, 97.1 MHz) y con las Jornadas Fotográficas e Históricas en Quilmes, que ya, en este 2015, alcanzó la 14ª temporada; con un nivel de personalidades de todos los rumbos del país y una calidad de temas, indiscutiblemente académicos. Pero vayamos al pasado para oir la voz de esta personalidad de la cultura quilmeña.
RETRATO
CRISTINA OLLER.- ¿Desde cuándo estás al frente del Museo Fotográfico?
FERNANDO SAN MARTÍN.- Hace unos cinco años que asumí como Director del Museo. La idea primaria fue dar un cambio
importante en lo que respecta al movimiento. Esto es, considerar que un museo no es un simple cofre que guarda antiguos tesoros, sino que se deben mostrar y analizar sus elementos. Desde esta concepción cada fotografía contiene una historia. Por ejemplo, descubrir detalles de las vestimentas de las distintas décadas, fisonomías de los inmigrantes, evolución de una calle; en un retrato, descubrir la mirada que quiso recoger el fotógrafo. Qué es lo que vio y qué quiso transmitir. A partir de éste concepto, es que se realizan constantemente muestras de fotógrafos quilmeños y nacionales, se dan clases sobre fotografía a ciento cincuenta alumnos, se proyectan una vez al mes películas argentinas, cabe agregar que soy coleccionista de ellas.
RICARDO DEBELJUH.- Lo tuyo es hacer historia en imágenes.
F. SM.- En 1989, Quilmes fue declarada Capital Provincial de la Fotografía, por una iniciativa de Enrico Olanza. Fue quien lo impulsó y mucho tuvo que ver el extraordinario trabajo de don Alcibíades Rodríguez. Este hombre no fue el primer fotógrafo que
tuvimos en Quilmes, pero gracias a su trabajo se tienen más de mil imágenes de la ciudad, que cuentan gran parte de su historia. Así las fotos tuvieron cada vez mayor importancia debido a que se convirtió en documentos que cuentan fehacientemente lo que sucedió en un momento y en un lugar determinado. 
C. O.- O sea que desde el principio tenés objetivo claros
F. SM.- Sí. Así es. También entendimos que el Museo debía recopilar fotografías contemporáneas. Anteriores gestiones desechaban ésta idea inclinándose sólo por las antiguas. Nosotros incorporamos fotos a color que forman parte de nuestra historia contemporánea y que tienen valor como cualquier otro documento. Son aportes para el futuro. Esto llevó a un trabajo destinado a
mejorar el ordenamiento del archivo fotográfico. Cuando comenzamos a hacerlo, todas las fotografías estaban en cajas de zapatos, dobladas, no caratuladas. No tenían su epígrafe correspondiente con el nombre del fotógrafo, la procedencia, fecha, etc. Gracias a los empleados que quieren al Museo como si fuera su casa se pudo organizar con orden práctico la totalidad del archivo.
Actualmente hay un catálogo, donde los que necesitan investigar algún tema, pueden encontrarlo de manera ordenada. Para ello, nos dan un par de días para que ubiquemos la foto dentro del archivo que dispone de seis mil ejemplares, y nosotros ubicamos la pieza. Cabe decir que se exhiben diariamente unas setenta fotos y que el resto están guardadas en ficheros de metal.
R.D.- Además de la fotografía, ¿qué otros hobbies tenés?
F. SM.- Por mis gustos musicales me han catalogado de “antiguo”. Mi pasión ha sido desde muy chico el cine, sobre todo la época de oro del cine argentino. Y a partir de escuchar temas de Lolita
Torres, Hugo del Carril o de Alberto Castillo, me empecé a apasionar por la música italiana, por orquestas de las décadas del 50 y 60, y comencé a coleccionar vinilos. Tengo una buena colección  de discos.
C. O.- ¿Qué es la fotografía para vos?
F. SM.- La fotografía, se define como “escribir con luz”. Tiene, al igual que la pintura, la posibilidad de crear y de transmitir. En lo personal, los retratos son el tipo de fotos que prefiero.
Sobre todo los personajes, a los que uno puede retratar, captando un mensaje, el clima en el cual está dispuesto el protagonista, en fin, su mundo. Hace unos años en oportunidad de un censo, tuve la ocasión de estar en un asentamiento en Villa Iratí. Y pude llegar con mi cámara a la vida de niños y madres, lo que dejó un retrato muy impactante. Allí es cuando la foto se convierte en un testimonio sin igual.
R. D.- ¿Cómo comenzaste con el cine, qué estudios hiciste?
F. SM.- En el año 1996, me recibí en el Instituto Nacional del Cine
y pude realizar algunos cortometrajes. Estuve como meritorio o asistente de producción en algunos largometrajes nacionales, como en “Casas de Fuego” junto a Miguel  Ángel Solá, con dirección de Juan Bautista Stagnaro, con éste fui a Misiones por la película “La Furia”, con Diego Torres. Estuve en el “Sueño de los héroes” de Sergio Renán y en cortometrajes junto a alumnos que finalizaban la carrera de cine en La Plata.
C. O.- ¿Cómo ves la situación de la cultura en la actualidad?
F. SM.- Nosotros, los argentinos contamos con una cultura heterogénea. Somos resultado de un crisol inmigratorio. El problema pasa por cómo nos han educado. Lo que le falta es un elemento fundamental, el respeto de la gente por lo cultural y por sus hacedores. Tenemos  una muy buena historia, no hay que
agregarle ni sacarle guerras ni batallas. Hemos tenido buenos presidentes, grandes próceres. Tenemos gente simple, sencilla que ha hecho mucho por nuestra cultura y por nuestra historia. Pero hoy, y sobre todo entre la juventud, la falta de respeto es una marca. Y lo digo aunque aún soy joven, pero los adolescentes, no todos por supuesto, no le tienen respeto a nada. Cuando enseñando fotografía, les muestro fotos de fines del siglo XIX el comentario pasa entre risotadas y simplezas como “¡que gorda!”; “¡esto es del tiempo de...!” Si les muestro una película argentina del 40, protestan: “¡y esta antigüedad vamos a ver!”  En definitiva, no se reconocen en la propia cultura. Y luego tenemos los gobernantes que nos merecemos, por no aprender a elegir de manera que nuestra elección nos beneficie para futuro.
R. D.- Te agradecemos la visita.
C.O.- Creemos que la elección que la Municipalidad hizo al ponerte al frente del Museo Fotográfico en esa casa que donó doña Gerónima Giles y Gaete de Mayol y que se comenzó con fotos de don Alcibíades Rodríguez, fue un acierto, pues no se pensó en acomodar a un afiliado consecuente, sino que se vio en tus cualidades la idoneidad y la capacidad.
F. SM.- Gracias ¡Muchas Gracias!


VER EN EL QUILMERO DEL:
jueves, 12 de junio de 2014. PRESENTACIÓN DE "AQUELLOS ANTIGUOS BIÓGRAFOS QUILMEÑOS" DE FERNANDO SAN MARTIN
martes, 6 de enero de 2015, QUILMES EN IMÁGENES FOTOGRÁFICAS 1873-1940
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2015/01/quilmes-en-imagenes-fotograficas-1873.html/


De "Retratos en la ciudad". Ed Jarmat, 2006. Pág. 135
Desgrabación y compaginación Chalo Agnelli
 

LILIANA GUARAGNO, ESCRITORA - NOVIEMBRE 2003 - AGOSTO 2016

En octubre del 2015, en la Biblioteca Nacional tuve la satisfacción de ser uno de los presentadores del último libro de Liliana Guaragno, "La rebelión de los árboles". Escritora que admiro por su versatilidad, su literatura sorpresiva y efervescente. He seguido y sigo la obra de la profesora Guaragno, una creadora que se inició con las artes plásticas y se consagró con la Literatura. Liliana nos dejó en estas páginas su vida y, a pesar de tantas, partió definitivamente denjándonos un montón de silencios el domingo  21 de agosto de 2016. 
Este reportaje realizado por Cristina Oller y Ricardo Debeljuh en noviembre de 2003, nos muestra una Liliana de 16 años atrás.
CRISTINA OLLER.- Está en “Retratos en la Ciudad”, alguien que escribió estos versos: “Cuando tus ángeles se encuentran con mis ángeles / nos llevan en andas al paraíso, / luego nos regresan iluminados” Liliana Guaragno, escritora, profesora de Letras.
 LILIANA GUARAGNO.- ¡Una etapa mística! Eso es de “Final del día”. Sí, vivo de dar clases de Letras, de literatura. Me gusta

mucho hacerlo. Ese que leíste es del primer libro de poemas que me animé y que me dieron la oportunidad de publicar. Víctor Redondo que es el editor de ese libro me pidió poemas para un libro y le dije que no, que tenía pocos y en los pocos, menos que me parecían que se podían publicar. Entonces tomé unos cuentos breves que no sabía qué hacer con ellos. Eran como márgenes. Pequeños cuentos que me fueron apareciendo, porque si bien escribo cuentos breves no son tan breves como estos que algunos tienen unos diez reglones; entonces compaginé eso y creo que quedó bien el libro. Hay uno de los cuentos largo. Uno a modo de prólogo y otro que es más extenso. 
C.O.- No fue tu primer libro. Ya habías publicado “La mujer del sombrero rojo” en el 89.
L.G.- Ese fue el primer libro que pudo salir. En realidad no fue ni el primero ni el segundo. Fueron épocas complicadas para mí. Hasta que en determinado momento se dio la posibilidad que me abriera
nuevamente. Había estado muy encerrada hasta que me reintegré con amigos de antes, volví al Centro, volví a verme con compañeros de estudio y escritores amigos. Allí fue que empecé a publicar. Tarde. Ya no era muy joven. Hay dos libros que quedaron atrás. Uno es una novela que todos los veranos leo, me gusta, pero me digo que eso ya no va más, la cierro y la guardo. Uno va cambiando de poética y esa novela salió “latinoaméricana” y yo ya no quiero escribir eso. La estuve trabajando este año para ver que puedo hacer con ella. Es abundante material. Podría ser interesante, pero no sé, todavía está por verse. Y anterior tengo un libro de cuentos que ese sí lo estuve trabajando con más interés y que si bien no es como escribo hoy - ¡En realidad no sé cómo escribo ahora! - puede ser que ande en algún momento. El primer libro tiene que ver con cierta época. Es todo de cuentos. Algunos los recuerdo. A mí me cuesta mucho volver a leer mis libros. Los guardo y de vez en cuando los leo si tengo que presentarme en algún sitio donde me convocan como escritora.
C.O.- ¿Cómo se puede acceder a tus libros? ¿En las bibliotecas hay?
L.G.- En la biblioteca Sarmiento hay. No sé si del último. De “Baldío” no sé. “La mujer del sombrero rojo” y “Final del día” están. Y también en el Complejo Mariano Moreno. El último tendría que llevarlo y ese pequeño libro de poemas tipo plaqueta; aunque tiene más poemas de los que van en una plaqueta. De ese sólo se hicieron 100, nada más. Fueron editados en México. Luego tengo otra edición de otros 100 ejemplares que hicimos acá con mi hija con otro diseño. Así que hay 200 por ahí circulando. Están en alguna librería a $ 2. 
C.O.- ¿Y qué se siente cuando te encontrás con un libro tuyo en una librería? ¿Te ruborizás, seguís de largo...? 
L.G.- No, siento extrañeza. Ante el nombre y ante lo que hago. Es mío, pero no es mío. Si bien me hago responsable de lo que escribo. 
R.D.- ¿Es distinta la sensación cuando sacás el primer libro a cuando publicás el segundo, el tercero...? 
L-.G.- Es lo mismo. Con el primero, sí me pasó eso de la extrañeza. La no unión entre tu nombre y vos. Entre el nombre impreso y vos se da como una distancia. Eso me impacto la primera vez que estaba muy emocionada por la circunstancia original. Además,  lo presentó Estela Canto, escritora, traductora y que fuera una novia de Borges. Fue acá, en Quilmes. De modo que fue importante, ella lo había leído y le había gustado.

R.D.- ¿El libro es el resultado de trabajos dispersos o te decís “voy a escribir un libro”? 
L.G.- No. Por encargo sólo una vez me pidieron algo sobre trenes, pero luego no se publicó. Y gracias a ese pedido está allí. En realidad tenía algo hecho al respecto y el pedido me mandó a trabajar y lo hice. No escribo de primera tampoco. A veces una frase, un párrafo sí. Lo que hago en general es dejarlos descansar y después los releo y cuando me digo “esto puede andar” pongo la distancia entre el cuento y yo. Lo cual no quiere decir que no estén relacionados con mi vida o con las cosas que me suceden. La distancia se establece cuando ese yo expresivo y narcisista deja de estar. Y aparece otro, un yo mejor o distinto, o peor, ¡eh! Porque uno cuando escribe es como una actor, puede cometer un crimen, o hacer cosas malvadas, envidiar...
R.D.- ¡Quiénes son tus referentes?
L.G. – Felisberto Hernández, uruguayo, un autor por el cual he viajado un poco. Un escritor con mucho humor. Pero este es uno de los últimos. Los primeros fueron: Katering Mansfield, Virginia Wolf, James Joyce. Argentinos: Norah Lange, una escritora que tiene poco editado como “Cuadernos de Infancia” “La calle de enfrente”; Néstor Sánchez, un escritor poco conocido del 60. Lo que hace Cortazar lo radicaliza. Muy complicado para esta época. Y Silvina Ocampo que es una persona a la cual quisiera parecerme. Estos son mis referentes. 
C.O. - ¿Vas a leernos algo, no? 
L.G. – Bueno, sí. Es un poema. Es de “Los vientos amarillos” de 1997. Y dice: Luna, tu reflejo en el río. / El azul de esta noche / después de tanto orgullo. / Te dejabas deslizar por la avenida, por la rambla, / por el turbio horizonte, / entre huesos. / Te dejabas sostener / con la sola

certeza de la fragilidad. / Cuando los perros de la Ribera, / sus ladridos / te devolvieron a los ojos abiertos. / Estamos en abril dijiste / y es tan tarde. Un poema breve.
R.D.- Tenés actividad en talleres. 
L.G.- Empecé en la Mariano Moreno en el 85, pasé por la Sociedad Italiana y ahora estoy en el Colegio de Abogados los sábados de 10 a 12 y en el Círculo Médico los jueves. 

Con la artista plástica y escritora Sonia Otamendi, creadora y directora de la "Agenda del Sur" y el poeta Néstor Telechea.

R.D.- Explicale a los oyentes en qué consiste la actividad de taller.
 L.G. – Va gente que escribe, que le gusta escribir y gente lectora. Y si no lo es, la hacemos lectora. Se escribe con alguna pauta. Se
hacen trabajos muy libres. Y leemos ciertos autores a ver si les sacamos el secreto. Así como decía que me gustaría escribir como a Silvina Ocampo, tener algún efecto que tiene ella, descubrir lo que hace para lograr ese efecto. Tratamos de descubrir eso. Y nos motivamos, charlamos, discutimos, aparecen muchos temas y se escucha. Es una oreja que puede decir “eso suena mal, no me gusta tal cosa”. Se discute el texto y a veces salen trabajos muy buenos. Leemos. Este año leímos a Manuel J. Castilla, poeta salteño, a Rasqueta, un poeta actual, a Filloy el cordobés que murió a los 105 años, tan prolífico y poco conocido en Buenos Aires. También vamos a leer “El entenado” de Saer. Este año elegimos autores argentinos del siglo XX. 
C.O.- ¿Y hacen alguna publicación? 
L.G.- Si, a fin de año con los trabajos de los talleristas hacemos una pequeña publicación que presentamos en una fiestita... 

C.O.- Y sos profesora en distintos colegios. 
 L.G. - Estoy trabajando en terciaria únicamente. En el Normal para el profesorado de jardín de infantes y EGB y en un profesorado especial en Letras, el N° 50 de Berazategui. Doy literatura latinoamericana. Este año empecé con una literatura muy amplia: europea, nórdica, etadounidense, meridional y oriental. El cambio de programas ha juntado varias literaturas. Las materia Latinoamericana es también española y se hace muy amplio de modo que hay que seleccionar.
C.O.- ¿Responde el alumnado? ¿Hay interés? 
L.G.- Sí. Sobre todo en el de Lengua y Literatura hay interés. Estudian mucho las chicas. Las chicas digo porque son mayoría, aunque algunos muchachos hay. En los profesorados de Preescolar y EGB cuesta más que intervengan. Se da muy fragmentada la cuestión de la lengua y la literatura. Se trabaja con partes de lingüística, con partes de desarrollo del lenguaje en el niño, los niveles de la lectoescritura y con literatura, pero es un tanto fragmentado el asunto. De modo que a veces decae el interés, luego se levanta con los temas literarios, con los temas lingüísticos decae. 
R.D.- ¿Cuáles son los libros que más te gustaron o te gustan, los de cabecera? 
L.G. – El “Ulises” de James Joyce es uno que hasta el día de hoy lo puedo abrir en cualquier hoja releerla y sentirme reconfortada. De Silvina Ocampo, “Las furias”. De Norah Lange, “Antes que mueran” que es una novela de trama de textura, de pliegues, no pasa nada o pasa muy poco. De Cortázar me quedo con los cuentos. Más que con las novelas con los Cronopios... 
C.O.- A mí me gusta mucho “Los premios”. 
L.G.- Sí a mí también me gustó mucho. Es una buena novela. Sucede que él luego hace ese corte tratando de que la vanguardia entre en Buenos Aires. Y la hace entrar con “Rayuela”. Que fue un libro de cabecera mío entre los 60 y 70. Ya no está más en ese lugar. Uno lee, relee, crece y cambia de ideas, de gustos. 
C.O.- ¿Palabras preferidas? 
L.G. - ¡Ay! ¡Me dedico a las palabras pero no tengo preferidas!  En todo caso una frase de Macedonio Fernández muriéndose: “¡Ay cómo le cuesta a la materia transformarse!” 
C.O.- ¿Por qué tiene que leer la gente? 
L.G.- Si tiene que leer obligatoriamente, no creo. A mí me importa que se lea. Pero el que lee es porque le gusta, no tiene que haber obligación.
C.O.- Pero a veces hay como un prurito para llegar a los libros, cuesta... y no hablo de lo monetario. 
L.G.- El hábito hace que uno acceda al libro continuamente, compre libros. Pero yo me refiero en el área educativa que no debe haber obligatoriedad. En cualquier momento se puede leer un libro o pintar o escribir... 
C.O.- O sacarlo de la biblioteca del barrio, de la escuela... 
L.O.- Exactamente, pero para eso hay que tener a alguien con quien charlar de literatura. Alguien con quien conversar sobre lo que se lee, recomendarse mutuamente, comentarlo. La gente suele quedarse aislada de ciertas prácticas. Pues ve los libros, pero no sabe qué comprar, no está orientada. Si compra cualquier cosa para ver, puede ser un chasco. Generalmente leemos porque alguien leyó antes. 
R.D.- Ciertamente es necesaria la orientación. Muchas gracias Liliana Guaragno por tu visita y tu clase de literatura viva que nos diste. 
L.G.- Gracias a ustedes por la invitación.
VER EN LAS LETRAS DEL QUILMERO DEL
jueves, 25 de marzo de 2010, "DESPERFECTO" DE LILIANA GUARAGNO - UNA NOVELA PARA JOVENES
miércoles, 4 de septiembre de 2013, LILIANA GUARAGNO Y "EL HILO DE LA BOBINA"
viernes, 2 de octubre de 2015. LA REBELIÓN DE LOS ÁRBOLES" DE LILIANA GUARAGNO
Del libro "Retratos en la Ciudad"
Ed Jarmat, 2006 
Desgrabaciones y copaginación Chalo Agnelli