martes, 24 de junio de 2014

ALDO SEVERI, DICIEMBRE 2003



"Cuando menos te lo esperás
el pasado viene a renovarte el presente
y no se sabe donde te puede llevar...
será mejor que sea donde quieras ir." A.S.
RICARDO DEBELLUH. El invitado es el maestro Aldo Severi, grabador, ilustrador, muralista, vitralista, artista plástico, docente señero y vecino de La Colonia.
CRISTINA OLLER.- Don Aldo Severi, a quien vamos a retratar hoy en la ciudad, nos dice que su tema preferido es “Yuyo Verde” de Federico y Homero Espósito.
ALDO SEVERI .- ...por Floreal Ruiz y la orquesta de Aníbal Troilo.[1]
R. D..- ¿Con qué música se identifica, maestro?
A. S.- ¡Con el tango! Yo soy de La Colonia desde los 11 años. Fue lo primero que conocí cuando vinimos a vivir a Quilmes. Hice el 6° grado en la escuela 17. Daniel Binelli vivía enfrente. En la calle Carlos Pellegrini, la Curva de Lemos, donde daba la vuelta el tranvía que venía de la Capital, iba hacia la estación y al Hospital. Era uno de los pocos tranvías que entraba en una ciudad del Gran Buenos Aires. A pocas cuadras, ya en aquel entonces, estaba el Sportivo
Casa de Aldo en La Colonia
Alsina, donde vino Troilo y todas las orquestas típicas más exitosas de aquellos años. Por eso mi pasión por el tango. No porque fuera milonguero. Yo escuchaba los tangos en la radio y tocaba el piano en la mesa. Mi hermano que es más chico que yo, estaba en otra.
Empecé a gustar del tango por la radio, se me empezó a hacer una pasión. Y cuando iba al Club, al Alsina, me colocaba junto al escenario y sabía antes que nadie quién entraba, reconocía los solos, los compases que correspondían a cada uno, al cantor... Esa ceremonia para mí, para ese niño, tenía un atractivo de  fascinación.
Somos una consecuencia de lo que hemos vivido, sobre todo en la infancia. Por eso pinto lo que he vivido. Es una fórmula que no me puede traicionar. No pinto intelectualmente. Porque soy un pintor de vocaciones y de motivaciones que me calientan para que me pueda  poner en marcha. Yo no podría ser un pintor abstracto. Si no hubiera sido pintor sería pianista que es mi otra vocación.
Pero volviendo a la infancia, vivíamos enfrente del Dr. Rodolfo Binelli. Un gran médico pediatra, amigos aún, desde aquel entonces. Junto a la casa de este vivían sus abuelos y al lado Danielito. Ubiquémonos: Carlos Pellegrini, entre Andrés Baranda y Bernardo de Irigoyen, la cuadra larga; con mi familia vivíamos junto a “HZ”, hoy “La Genovesa”.
Equipo Los Indianos, Aldo en el centro, a su derecha José Jové
Ellos eran, mejor dicho, son primos hermanos. Rodolfo es un año mayor que yo (es más vivo que el ratón Mickey) Daniel era un pibe silencioso,  introvertido. A Daniel lo conozco desde que nació.
Con Rodolfo nos entreteníamos con juegos inventados por mí. Recortaba figuras de “El Gráfico” que tiene que ver con las imágenes que hoy hago - mis temas son muy singulares, el fútbol, el tango – de Boca o de River, para hacer el juego más verosímil porque esos jugadores tenían nombre y apellido y tenían alma. La cancha era la mesa. Eran once contra once. Y jugábamos con un sentido planal, como es el cubismo. Sin querer estaba haciendo cubismo porque el espacio era virtual, era la mesa, un plano. ¡Una creación! El arco estaba horizontal a la mesa, no vertical.
Mi amigo Rodolfo me decía: “¡Che, sos ingenioso, tenés que patentar el juego!. También podía jugar solo con ambas manos. La pelota era un circulito de cartón que pasábamos de uno a otro y cuando en un desplazamiento entraba al arco lanzábamos gritos entusiastas como si estuviéramos en la cancha o en el potrero. Ya ven que desde chico manifesté cierta singularidad.
Fijate que cuando hice mis primeras obras de tango nadie consideraba ese tema, porque el tango no era vendible y, además, no se lo consideraba artístico. El fútbol menos. Hoy muchas de esas temáticas están de onda. Eso revela mi actitud honesta, auténtica. Eso es lo que hace a uno destacarse, porque sin querer es distinto a los demás. Eso es extraordinario. Siempre tuve una actitud absolutamente particular.
Estas son cosas muy íntimas muy personales que nunca me atreví a decirlas. Como todo pintor, músico artista cuando es niño, que
generalmente son muy introvertidos y se extravierten cuando crean sus juegos, no con los demás, yo también era apocado. Recién salí a la calle cuando tenía 12 años, a poco de llegar a Quilmes. Delante de papá me daba vergüenza jugar a esto, no así frente a mamá que era mi cómplice. Ella era una mujer hipersensible. Papá, sin embargo, fue el gran hombre que me permitió seguir esta difícil carrera del arte.
Pero volviendo a Danielito, un pibe blanquito, no tomaba sol, inmaculado, no jugaba con nosotros al fútbol en la calle. Ahora es un hombre de la noche, de la mañana y de la tarde. En cambio yo, luego, me fui haciendo un pibe dispuesto, salía a jugar con otros pibes del barrio. Pero esto recién en Quilmes porque donde vivíamos antes hacía una vida solitaria. Era un chico de casa. Mis padres nos cuidaban demasiado.
Concluyo. Un día cruzando la calle Pellegrini hacia los Binelli rumbo a un mandado, escucho un bandoneón. Me asombré porque ya en esa época no se pasaban más en la radio, tangos de De Caro, de Mafia, de Laurens. Ni uno. Yo los tenía en la cabeza pues los escuchaba en los discos 78. Tenía las referencias de papá, las fotos de De Caro dedicadas a él pues habían sido amigos. Y allí vengo yo a escuchar el sonido de un bandoneón que salía de la casa de Daniel, me acerco al padre que tenía un taller de hierro forjado en el frente y le pregunto si eran
discos; él me dice “no, es Danielito que toca”. Yo creía que me tomaba el pelo. Pero el hombre que vio mi incredulidad me hizo pasar y allí estaba él, chiquitín, tocando el bandoneón e interpretando esos tangos complejísimos que no tocaba nadie.
Sintetizando, el pibe gana un concurso por televisión y lo escucha Piazzola y dice: “De dónde salió ese fenómeno, quiero conocerlo”. Y ¿Quién lo acompañó a Daniel? ¡Yo! ¡Tocó adelante de Piazzola! Para Daniel que tenía bastante menos de 20 era una cosa feroz. Yo tenía 24 años y daba clases en el Moreno. Termina de tocar y Piazzola le acaricia la cara maravillado, y le dice “pibe no le pidas más que no te va a dar más”. Recuerdo que estaba el periodista de fútbol Pepe Peña presente y se había emocionado. Los músicos ya se habían ido y yo estaba allí en ese cuadro. Esto es historia pura. 

CON FONDO DE DANIEL BINELLI, CRISTINA DICE:

Aldo, maestro de los ojos encielados
del cielo aquel que emborrachó las madrugadas
los metafísicos tangazos tienen hados
que prestan voz a tu pintura delicada.

Se trepa al lienzo y va a tu mano enamorada
un grave almácigo de ayeres ordenados
con ritmo astral de azul y sangre entremezclados
que da a tu estilo el ser del mimo y la trompada.

Goza un temblor renacentista la emoción
del cafetín perspectivado en catedral
con los vitraux como soñados por Gardel,
porque en la tela con olor a bandoneón
sale a danzar la mona lisa de arrabal
que atravesó su corazón con tu pincel.


SE ESCUCHÓ “NIEBLAS DEL RIACHUELO” EN UNA VERSIÓN DE DANIEL BINELLI Y MARIO ISAAC;  ACOMPAÑANDO “ELEGÍA PARA SEVERI” POEMA DE HORACIO FERRER ESCRITO EN EL INVIERNO DE 1995 PARA ALDO: (“y nos queríamos tanto”) ACOTA AL MARGEN EL POETA.

A. S.  Éramos amigos. Porque lamentablemente los artistas a veces nos des-amigamos aunque después nos amigamos. Pero en aquel entonces teníamos una hermosa relación de artistas.
Palacios - Severi - Bertana
R.D. ¿Cómo llegó a la pintura, maestro?
A.S.- Aldo. Decime Aldo. Todos me conocen por Aldo. Cuando terminé la primaria en la Escuela 17, aquí a la vuelta, mi madre le preguntó a la maestra qué carrera podía comenzar. Y la maestra sin dudarlo dijo: “Aldo es artista, señora, tiene que enviarlo a la escuela de Bellas Artes”. Yo dibujaba los pizarrones para ornamentación de los actos patrios. Y, además, dibujaba a todos mis compañeros. Mi madre hizo las averiguaciones y mi padre aunque prefería que fuera tornero, no se opuso. ¡A mí resultaba algo tan extraño eso de ser tornero! Pero el viejo estaba influido por la época, allá por el 40, en que era de rigor seguir en el Comercial de Bottaro o en Artes y Oficios, el Industrial, o abogacía como el Dr. Amor, o medicina como Rodolfo Binelli. Y cuando decía lo que iba a seguir los pibes, mis compañeros, y amigos del barrio no entendía qué era eso de las bellas artes.
Siempre estaba del otro lado de las cosas. Así fue mi vida. Fui un chico extraño, particular. Viéndome en perspectivo advierto que mis gustos tuvieron una inclinación a lo sentimental, lo romántico, lo espiritual; lo cual no quitaba que jugara en la calle, a la pelota en los potrero como cualquiera entonces. Siempre tuve el respeto de todos y el dibujo me permitió sobresalir hasta en la colimba, de la cual no me salvé y me honra haberla hecho en la Escuela de Artillería Antiaérea de Mar del Plata, que me dio la oportunidad de conocer esa ciudad. Mi única preocupación era qué tipo de muchachos encontraría. Otros pagaron para salvarse. Yo fui el único de la familia que la hizo.
A Rodolfo Binelli le tocó marina. Para mí fue una cosa
Beatriz Pugliesi y Aldo
encantadora. Recuerdo que yendo hacia la Batería que estaba en Camet, frente al mar, desde los camiones que nos transportaban, vi por primera vez el mar. Y como yo la mayoría de mis compañeros. Y pensar que creía que las playas de Quilmes eran lo más grande que había en el mundo y me preguntaba para qué quiere la gente ir a Mar del Plata. El verde azulado, el olor salobre que traía la brisa me maravilló. Fue una experiencia única.
En esa Escuela de Artillería se enseñaba tácticas de tiro y había oficiales ingenieros y en el mismo grupo mío hubo muchachos que luego fueron ingenieros, arquitectos, médicos, dentistas, entonces ese ambiente me resulto sumamente positivo. Por supuesto que nosotros teníamos un trato especial por ser estudiantes; éramos aspirantes a tenientes de reserva y yo entré en esa privilegio gracias
al dibujo y la pintura. Tuve licencias especiales gracias a un mural que hice en una oportunidad. El dibujo, la pintura fueron y son carnet de pase a muchas oportunidades que se me abren en la vida. Incluso hoy me invitan a un programa como el de ustedes gracias al dibujo. Les digo más, de ese grupo salió un ministro de transporte, por dos veces, una con Frondizi y otra con Allende, el Ingeniero Suviri. Para él yo era el mejor pintor del mundo.
C.O.- ¿¡Qué tal si escuchamos “Quejas de bandoneón”!?
A.S. - ¡Estupendo! Yo digo quién lo interpreta, ¿Sí?
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A.S.- ¡Pugliese, Osvaldo Pugliese!
C. O.- Efectivamente, el maestro Severi acertó. De Juan de Dios Filiberto, con Osvaldo Pugliese y su orquesta.
Aldo, sus padres, familia y amigos en La Colonia.
A.S.- Acudo a mis recuerdos y a mí querida Colonia. Porque a esto se llama La Colonia. Tenía amigos que eran “del otro lado”. Sí porque le llamábamos “los del otro lado”. Pensaba qué misterio había del otro lado. Había muchachos que tenían una posición social más desahogada, mientras que en La Colonia, en general, había familias más humildes. Yo decía algún día conquistaría “el otro lado”  incluso las chicas de “el otro lado” y ahora vivo allá. Pero es lindo volver a La Colonia. Como dice Troilo, “cuando me fui ¡No me fui nunca!”
R.D.- En cuanto al arte y la pintura se refiere ¿Quiénes fueron sus referentes?
A.S.- Estuve más de un año en Italia, invitado por ese país, eso me marcó definitivamente. Mis referentes son escuchar mi propia vos desde que tengo uso de razón. Acudir a los temas que me tocaron profundamente, la Boca. Porque yo nacía en la Boca. Porque la Boca era una Babel de idiomas, de razas, de talentos, de diversidad. La Argentina es eso, pero yo lo conocí en la Boca, en chiquito.
La casa de mis abuelos de madera y chapa, con una pobreza digna. Donde la limpieza se olía en las maderas de los pisos y las escaleras. Y las plantas en macetas y los canteros de vegetales comestibles... eso es producto de una Cultura. Pedir es más fácil.
La tierra en la Argentina es grande, pero como decía mi suegra está muy baja. En Italia, en cambio, lo primero es el trabajo. La década del 40 estuvo marcada por un hito extraordinario, una fecha histórica que a algunos les puede hacer cosquillas; ahí vi la división entre dos Argentinas, la que por primera vez salió a la calle y mostró garra. No con los puños cerrados como los dibujos de Carpani, que fue mi amigo, eso de los puños cerrados es otra historia.
Fue el 17 de octubre, en que surgió un hombre que agitó banderas que nunca había agitado nadie históricamente. Yo desperté socialmente allí. Si después no se llegó a conformarse como idealmente pudo haber sido es otra historia. Sé que hay gente que no capta eso y piensa todo lo contrario de lo que yo pienso. Con eso significo que esa década fue tan rica que pudo aparecer ese hombre y esa mujer, el tango, el fútbol con la máquina de River (aunque yo soy de Boca)  El que vivió la década del 40 está marcado definitivamente. Es una generación que se está yendo ¡Nos estamos yendo! ¡Pero tan chato fue lo demás, tanto! A pesar del rock and roll, perdoname...
C.O.- Quisiera que nos hable de la muestra que está en la sala Emilio Petorutti, en La Plata, que ya se clausura
A.S.- Mañana. Pero tengo que hablar de lo que menos hablé antes que termine. Vieron que lo que menos me interesó es hablar de mi pintura, porque la pintura hay que verla y sentirla como a la música. Dicen que donde mueren las palabras nace la música. Y Matisse dice algo muy cierto: “Si eres pintor córtate la lengua” El pintor tiene que ser mudo. Sin embargo, se pretende explicar la obra. En la pintura hay mucha sanata. Cualquiera es un pintor como dice Dicepolín “Cualquiera es un señor...” Y no cualquiera es un señor, como no cualquiera es un pintor. Yo tengo una posición muy bien tomada, no soy neutral. Soy un francotirador. Mi posición es muy bien marcada en lo social e intelectualmente. La pintura es como la música para mí; hago un paralelo entre las dos. Lo que menos necesito es de los seudo intelectuales que no hacen nada, que perturban a la pobre gente que quiere entender algo y sale espantada porque hablan en difícil; porque sino no son intelectuales y creo que es todo lo contrario, como la pintura, como el tango como la música toda está inspirada por los grandes en lo popular, después la gran orquestación, el gran vuelo, el talento, el genio pone lo demás, pero si no está conectado con el prójimo no vale de nada. Yo pinto para mi par, para ustedes, para usted señora que es tan linda (señalando a Cristina Oller)
C.O.- El que no pueda concurrir a la muestra que se expone en el Centro Teatral Argentino en La Plata visite el 28 de noviembre el Círculo Médico.
R.O.- A las 20 hs. en la inauguración de la exposición anual de los alumnos del taller del profesor Aldo Severi, con la proyección de un video de Daniel Tonelli basada en esta muestra que se titula “Dos expresiones,  una identidad”. Fue un placer contar con su palabra y muchas gracias, maestro.
A.S. Les agradezco mucho fueron muy amables. Pude expresarme con todo el sentimiento porque yo soy así, como dice el tango:  Si soy así qué voy a hacer...”
Chalo Agnelli

[1] Aldo Severi falleció el 24 de junio de 2005.-
VER en EL QUILMERO:  
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2013/07/aldo-severi-sus-obras-en-la-calle-mitre.html
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2013/08/aldo-severi-y-su-arte-video-de-prof.html
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2013/12/aldo-severi-ricci-vecinos-y-ariel_22.html
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2014/01/aldo-severi-mas-sobre-su-vida-y-su-obra.html
http://archivo104.blogspot.com.ar/2011/02/aldo-severi-profesor-y-artista-plastico.html
 http://murocultural.com.ar/beatrizpugliesi/fotos01.html

ÍNDICE


PRÓLOGO PARA 30 RETRATOS POR RICARDO DEBELJUH

Una idea rondaba en mi cabeza. Quería comenzar a plasmarla, aunque no tenía totalmente definido cómo hacerlo. La cuestión era lograr que un espacio radial cobrara “vida propia”.
Entendí que junto a un entrevistado podía llevarlo a cabo. Su historia, sus palabras, vivencias y proyectos encontrarían el lugar que necesitaban para manifestarse.
Lograr esto que denomino sueño, también llevaba consigo un desafío. Unos meses antes, me había contactado con una locutora para que grabase cortinas, separadores y avances publicitarios, para un programa radial llamado “Memorock”, que comenzaba en esos días de diciembre del 2002. Su nombre Cristina Oller, quien, no sólo, es una “voz bonita”, como suelo decir; es una persona íntegra, de primera clase.
Pasó el verano y ya tenía ganas de definir el anhelado proyecto. Entonces aconteció que manejaba por una calle de Quilmes, cuando la veo a Cristina paseando su perro San Bernardo. Fue instintivo el frenar, bajar la ventanilla y comentarle: “estoy por comenzar algo en la radio con un invitado en vivo que tenga que ver con la ciudad; si querés acompañarme lo hacemos, pensalo y te llamo”.
Poco tardamos en ponernos de acuerdo, preparar la estructura y salir al aire. Fue en abril del 2003. El nombre lo elegí con Cecilia, mi mujer, una noche después de la cena. ¡Ya tenía cómo llamar a esta nueva propuesta: “Retratos en la ciudad”.
El programa debía tener como premisa, el respeto y la amabilidad hacia el entrevistado; que sintiera que podía expresar su sentir, sus ideas y pareceres ante dos personas en una charla informal que, aunque hubiera un micrófono delante, el ambiente fuera el de tres personas en una charla de Café.
Por eso coincidimos con Cristina que consultaríamos al entrevistado previamente qué música prefiere y qué le gustaría beber durante la charla.
Así lo hicimos. Fuimos aprendiendo mucho en la marcha. Fue una ida y vuelta que, estimo por los más de cien invitados, funciona de manera natural y proyectiva.
Hoy es un programa que funciona como pretendemos gracias al trabajo responsable y la calidad humana y cultual  de Cristina Oller. También de los operadores que colaboran con felicidad, el apoyo de la dirección de la radio, y el convencimiento de quien escribe estas líneas.
Este libro es una consecuencia de los momentos vividos en el estudio de la radio. Tan solo un pequeño número de entrevistas de las tantas personas que pasaron por allí generosamente para compartir su visión única e irrepetible de la vida.
Las desgrabaciones y los textos los trabajamos con Chalo Agnelli. Él fue una de las primeras figuras invitadas cuando presentó su libro de cuentos quilmeños “Historias de más acá”. Así lo conocí como escritor, como educador e investigador de nuestra historia local; y lo convoqué por su indiscutible capacidad literaria, pero sobre todo por su calidad humana, por ser un gran tipo.
Esperamos transmitir, al menos, una parte de lo vivido en cada charla y reconocer a un parte de toda esa gente que dio sus creaciones, su obra, una parte de su vida a este Quilmes nuestro. 
(En la foto: Ricardo Debeljuh, Chalo Agnelli y Cristina Oller)