martes, 9 de diciembre de 2014

OSCAR TACHO SOTO - MÚSICO Y ECOLOGISTA (MAYO 2003)

CRISTINA OLLER.- Hoy compartimos el retrato con Tacho Soto. Por qué el apodo “Tacho”?

TACHO SOTO.- Vengo de un Quilmes pueblerino donde todos nos conocíamos. Existía la siesta como un ritual común de la gente del barrio. Mi inicio en la música fue en la percusión. Entonces, juntaba en el fondo de casa un montón de latas, los platillos eran las tapas de las ollas, para malestar de mi madre, y hacía un ruido terrible. Los vecinos salían protestando de todos lados “¡Tachos, tachos, dejá esos tachos!” y ahí quedó el apodo.

C. O.-  Pero después tomaste la guitarra…

T. S.- Sí. Y seguí haciendo ruido. Fue cuando me dediqué a plantar árboles. Tomé la guitarra de chiquito. Empecé a estudiar en el legendario Instituto Williams. Una escuela extremadamente avanzada, pero tenía el problema que a las piezas que me daban les aplicaba cosas mías. Al año me echaran.  Como era muy callado, mi madre se preocupó mucho y me dijo: ”¿Cómo gustándote tanto la guitarra hacés esto?”  Por supuesto que no le podía contestar por que como dije era muy introvertido y, además, no sabía por qué  le adosaba cosas propias a los temas de estudio. Lo hacía sin proponérmelo.

RICARDO DEBELJUH.- ¿Naciste artista o te fuiste haciendo mientras elegías rumbos?

T. S.- No sé si soy un artista. Me parece que artista es mucha gente que admiro mucho. Por ejemplo a Carlos Gardel, que lo aprendí de
escuchar de chico, con mi padre. Amo a Mozart porque lo amaba mi madre. En un comienzo ambos músicos no me dejaron escuchar otra cosa, acapararon mi atención casi totalmente. Me defino como un buscador de sueños. Algunos de ellos se han concretado. Peleé por ellos, me gustaba la guitarra, decir cosas, quería cantar y era muy chico cuando comencé a recorrer el país para buscar los motivos y temas para los cuales cantar. Me hice esta idea a medida que fui haciendo de lo mío un sueño, o sea, soy un cumplidor de sueños nada más. Artista no me considero ni lo seré jamás. Porque artista  es la gente que cuando la escucho, la veo, me emocionan y me hacen llorar, me pasa con Atahualpa Yupanqui  y otros creadores a los que le ha costado tanto como Suma Paz, de una talla que a mí me pueden. Artista es una palabra que me suena muy grande.

R. D.- Pero te queda bien ...

C. O.- Crees que te queda holgada pero no es así.

T. S.-  No es por modestia ni humildad lo que digo. Cuchi Leguizamón decía los humildes son canallas bien reales.

R. D.- ¿Cuando vas a componer un tema musical o a interpretarlo, te sentís más cómodo hacerlo cuando es dramático o cuando es alegre?

T. S.-  Yo hago pequeñas historias que me gustan. Por ejemplo me gusta lo que hace Sabina, Rubén Blades. Soy de buscar personajes para confeccionarlas. En este momento tengo un personaje
quilmeño que es una maravilla, es un tipo impecable, el peluquero Pichón Cacaldo. Un hombre que me honra con su amistad, tanto él como Ana María su mujer. Este hombre que ha vivido a Quilmes en todas las maneras es la gente que a mí me inspira. Basado en él estoy haciendo una tarea musical que espero poder grabarla, donde van a aparecer viejos temas que le compuse a nuestra ciudad. Aparece el Quilmes de los años 30 y 40, con una riqueza de personajes de esa época, que me encanta rescatar. Porque hacen a las raíces de quiénes somos hoy. Nuestra identidad. Todo eso tiene una carga melodramática y anécdotas humorísticas. Se envuelve en un tema y me permite manejar lo dramático de la vida. Me gusta el drama, porque el folklore al principio era una música más paisajista, pero a partir del nuevo cancionero latinoamericano, se introdujo el hecho dramático en la vida del hombre.

C.O.- Compositor, dramaturgo de la música, ecologista; muchas cosas que te hacen un creador, en definitiva, un artista. Gracias por "Árboles por la vida", en la próxima charla nos podremos explayar al respecto.
 

"Quilmes, siempre Quilmes en la vida de Tacho por el mundo, inquieto, creador, juglaresco forjador de árboles, bajo los que se despereza y se alivia la vida de la canícula matutina y el chaparrón inesperado, donde los pájaros anidan para que él les copie la armonía que constantemente les nace allá en un río en el sur... "

Cristina Oller y Ricardo Debeljuh
Desgrabación y compaginación Chalo Agnelli 
Quilmes, mayo de 2003

Ver en EL QUILMERO del martes, 29 de mayo de 2012 OSCAR TACHO SOTO - BIOGRAFÍA "EL ÁRBOL DE LA BUENA SOMBRA" http://elquilmero.blogspot.com.ar/2012/05/oscar-tacho-soto.html

miércoles, 26 de noviembre de 2014

MANUEL OLIVEIRA (ARTISTA PLÁSTICO - MAYO 2003)


"Hay gente que ha nacido vieja. Que a los veinte años actúa como un viejo de espíritu, sin comprometerse, sin jugarse por su idea.  Creo que el hombre cuando envejece acrecienta sus valores. Entonces puede aparecer el sabio."
Manuel Oliveira 
Suena de fondo el “Concierto de Aranjuez”, mientras la voz de Cristina Oller recita: 
A Manolo Oliveira” 
“Ahí va Manolo con una sobredosis de arco iris,
en su paleta la luz empolla el estallido
y en su taller oloroso a tabaco y trementina
danzan las formas revoltosas, retorcidas,
alucinadas, como sorprendidas
entre la ternura y el espectro,
sonoras bocas, dilatadas pupilas,
de clandestinos rostros que aparecen
como asomados, a vernos el asombro.
La historia y las premoniciones,
entre centellas de rojos y violetas,
danzan la metáfora humana de las contradicciones:
la procesión de grises marginales,
el azul, que amamanta la esperanza,
el amarillo que congela los fantasmas,
el púrpura de apócrifas bendiciones
y el negro en las gorras de gordos generales.
Un verde, como una tregua,
ansía la paz con supuestos horizontes
y entre espigas y desaparecidos
se amasa el pan amargo de nuestros días,
harina que está leudando rebeliones...
Así, sangrando dolor y primaveras,
Manolo “escarcha” el presente con colores.
Así es el Oliveira, “gallego pintamundos”
que “bailando carbonillas” nos retrata,
que con su voz de “grillo melancólico”...canta.
lo habitan memorias de Hamlet y de Armando
y la belleza, que, cada vez más marginada
ha buscado refugio en el fondo de su casa.”


MANUEL OLIVIERA: Parece que Cristina tiene siempre la capacidad de impactarme y sorprenderme. Primero por su calidad profesional y por su voz, y luego por éste texto que me conmueve mucho por su altura literaria. Realmente me emociona muchísimo. 
CRISTINA OLLER: Rafael Amor lo escribió en el 2002 para Manuel Oliveira, a propósito de sus 49 años desde la primera exposición. Es un texto que lo pinta muy bien. 
M.O.- Yo me siento pintado de cualquier manera. Me dicen “Manolo”, “el pintorcito” también. 
RICARDO DEBELJUH: La primera pregunta, Manolo, si me permite.
M.O.-  Con mucho gusto. 
R.D.- ¿Se nace artista? 
M.O.- Sí, totalmente. Se hace pintor a través del oficio, del estudio, como cualquier profesión. Pero el artista sabe para que hace las cosas, que es por una necesidad imperiosa que siente, más allá de toda especulación. ¿Entonces hay que decir que se nace no? 
R.D.-  ¿Y se toma dimensión a medida que va avanzando? 
M.O.- Bueno, yo no puedo pensar que siempre se toma dimensión. Recién hace unos años he tomado la dimensión de cierta consideración que tiene la sociedad conmigo. Recuerdo hace varios años, que cuando me decían “Maestro”, me molestaba bastante. Hasta que un día, claro, tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Bueno, recapacité un día, con lo siguiente. A veces dibujando, uno mismo se sorprende, al pintar con una luz o con un clima determinado, o cuando aparece una forma sugestiva y trascendente, digo “está bien soy un maestro” 
R.D.-: ¿Cómo puede sintetizar su historia? 
M.O.-: Creo que es muy simple, ¡Vida! Una sola palabra.
¡Vivir, vivir y vivir intensamente todo lo que me pareció valido! Asumirlo. Esto no significa ser un Tarzán o un Titán, ya que uno aspira a que todo lo que aparezca se asuma, pero lógicamente hay cosas que se pierden o no se asumen correctamente. Uno es humano y no pretendo otra cosa que serlo. Comienza a sonar “Pájaro silueta”, un tema dedicado en 1991 por Tacho Soto al maestro Oliveira, que dibujó la tapa del cassette del músico quilmeño. 
R.D.-: Se me ocurre una pregunta que tal vez nos devele algún secreto: ¿Se expresa más fácil desde la tristeza o desde la alegría? 
M. O.- Buena pregunta esa. Hay una cosa que no se puede negar, pienso en cada hombre. Hay una filosofía de vida en cada artista. Acepto que soy un tipo dramático, con un sentido perceptivo muy intenso, sobre todo, en los problema dolorosos de la vida. Pero tengo buen humor y siguiendo a Sábato, con el que hay una buena amistad, él dice que el arte para ser profundo y trascendente debe contener dolor. Creo que es más perenne en la percepción la cosa fuerte, dolorosa, que algo placentero. 
R.D.-¿Y cuando uno tiene ganas de volcar en una pincelada su sentimiento o una idea, debe sumergirse dentro de uno, o sale de una manera mas a flor de piel? 
M. O.- Creo que el artista, como todo ser humano, aunque quiera disimular su sentimiento hacia un hecho determinado, tiene un gesto que va con él y que no puede ocultarlo. Por ejemplo, cuando el poeta quiere comenzar a escribir, en realidad no sabe exactamente que le va a salir de adentro. Ve esa hoja roja de una planta y quiere escribir sobre ella. Comenzará a jugar con la poesía. Pero casi seguro le aparecerán las vivencias. Estas pueden ser dolorosas o alegres. Yo soy un tipo que no tiene mal humor. Pero soy una persona dramática. Si hay un ser querido que no llega, de inmediato pienso si le habrá pasado algo, siempre estoy con esa. Parece como un medio de defensa propio para perdurar más en la vida. Fui amigo de la muerte desde los 18 años. Tuve por entonces una etapa de querer suicidarme, frustrada felizmente. Pero siempre estuve en esa cosa dramática que no puedo evitar. Que traslado a mis obras, y por eso no son muy vendibles, aunque a veces aparecen imágenes más dulces, más tiernas. Aunque están condicionadas a una filosofía de vida que tiene cada hombre. 
C.O.- Con el placer de contar con su presencia ahora vamos a la música. A deleitarnos con un tema de David Lebón, por Mercedes Sosa: “El tiempo es veloz”.


R.D.- Manuel, mas que una pregunta una reflexión: ¿Argentina, al respecto qué? 
M. O.- ¡Mucho, mucho, mucho, mucho! Uno ama a este país, lo ama realmente. Uno sale del país a veces, y le van bien las cosas con éxito como en Italia. Con reconocimiento de crítica y de gente. Daba para quedarse en Roma, por las obras que se vendieron, por el afecto. Pero, uno tiene ganas de volver pronto. 
R.D.- ¿Qué es lo que más extraña? 
M. O.-  Se extraña todo. La gente, esa misma que a veces a uno le fastidia tanto. Aunque hay que recuperar esa necesidad de crecer. De sentarse con amigos a discutir política, de sociología o fútbol, pero con nivel. Eso creo que se ha ido perdiendo en éstos últimos años. 
C. O.- Quisiera hablar de otro tópico con Manuel que tiene que ver con la amistad, y para ilustrar esto escuchamos a Enrique Llopis y Hamlet Lima Quintana en “Tenerife”...


M. O. - Realmente han sido dos tipos muy generosos. Con los que he compartido comidas y vinos. Y sobre todo charlas filosóficas. Con Enrique, un gran intérprete y con Hamlet, una gran persona y artista de valía. 
R.D.-  Hablando de amistad ¿La gente cambia a través de los años, o se va mostrando de diferente forma? 
M. O.- Mire, he leído con mucho entusiasmo, a un filósofo francés llamado Montaine, durante varios años. El decía que el hombre a los 16 años está formado, va de ahí en más, a cambiar su forma, nunca su contenido. Yo creo que es algo parecido a lo cierto. Uno ve por sus experiencias y por la gente que está al lado, y comienza a reflexionar mucho sobre eso. Ve al hombre en su niñez, dentro de su ámbito familiar, de la escuela, hasta llegar a su adolescencia, libre de especulación mental, sin presiones sociales. Quedando formado para bien o para mal. Hasta llegar a la vejez. En cuanto a mi proceso, creo que he pensado y sentido en esencia,  siempre igual, más allá de los cambios formales. Hay gente que ha nacido vieja. Que a los 20 años actúa como un viejo de espíritu, sin comprometerse, sin jugarse por su idea.  Creo que el hombre cuando envejece acrecienta sus valores. Entonces puede aparecer el sabio. Aquel con quien nos da gusto estar al lado de él. Tengo un vecino que acaba de cumplir 102 años. Fuma sus habanos en la puerta de su casa, lee el diario sin lentes, te saluda, te pregunta, charla de todo. Ese tipo siempre ha sido joven, por haber amado la vida. 
R. D.- Naturalmente. Así es. 
C. O.- Vamos a escuchar un tema de Julio Lacarra, de su trabajo “Retazos”, se titula Dame”. Música de Julio y letra de Mingo Vivot, un poeta platense muy interesante.


M. O.- Estuve en la presentación, y me pareció un poema estupendo, muy bien expresado. 
R. D.- Me da la sensación que cuando alguien  tiene mucho para contar, esto no ha sido nada mas que un primer capítulo. Quisiera, para ir concluyendo preguntarle ¿Qué le gusta de lo cotidiano? 
M. O.- Decir todo lo bello, es definirlo de forma simplista. En cuanto a la música, desde los clásico romántico, lo barroco, hasta lo más avanzado del rock mismo le encuentro algo. En cuanto a los sabores, los bueno pescados, los buenos vinos. El buen tono de voz de la gente al conversar. No tolero los gritos. Siempre digo si un chico nace en un hogar alemán, hablará alemán. Si nace en una casa donde se grita, no habla, lamentablemente grita. Creo que los padres se pierden esa oportunidad de controlar esa forma de expresión de ellos, para tener una convivencia mucho más linda. 
C. O.- Manuel Oliveira, estos aplausos son para usted, ampliamente merecidos.
R. D.- Gracias por este honor y hasta la próxima.
Mayo de 2003 
Desgrabación y construcción del texto dialogal para el libro
"Retratos en la Ciudad" y compaginación para el blog
EL QUILMERO Prof. Chalo Agnelli
Este libro se puede hallar en la Biblioteca Popular Pedro Goyena
bibliotecapopularpedrogoyena@yahoo.com.ar
 

miércoles, 22 de octubre de 2014

MONO LOPEZ (MÚSICO - JUNIO 2004)

En el programa radial RETRATOS EN LA CIUDAD que conducían Cristina Oller y Ricardo Debeljuh, en junio de 2004, se le hizo un reportaje a Oscar 'Mono' López, bajista y compositor, de extensa trayectoria. Dice de él, en un reportaje más reciente de 2009, que le hiciera nuevamente Ricardo Debeljuh, en el programa diario de actualidad de las 19 hs. por FM FAN 103.9 de Quilmes que conducían ese año Raúl Caballero y Fernando Gallo: "Oscar 'Mono' López es uno de esos tipos que vale la pena conocer y escuchar. Mezcla de humildad, sinceridad, talento, bondad y sensibilidad; logra transmitir armoniosas melodías, gestos despiertos y cálidas notas". 

RICARDO DEBELJUH.- ¡Qué bueno tenerte en este programa, Mono! ¿Cómo anda tu vida? 
MONO LÓPEZ.- Trato de ser un buen ser humano. Pasarla bien, y que la gente que me rodea esté bien. En cuanto al músico, estudio diariamente y toco seguido. 
CRISTINA OLLER.- Contanos de tus comienzos en la música. 
M. L.- Comencé con los chicos de Fugaz. Iniciábamos los ensayos apagando las luces y decíamos, imaginemos que estamos en medio del desierto. Luego tocábamos lo que a cada uno le parecía. Salían cosas alucinantes. Con un grabador chiquito registrábamos toda la zarpada. De lo que más nos gustaba salían los temas. Eso tiene mucha magia. Marcó el estilo del grupo.

Un día salí de un autoservicio y escuché un ruido que me llamó la atención. Me acerqué, me acerqué, y ese ruido cada vez era más hermoso. Era un grupo ensayando. Me quedé en la puerta sentado hasta que terminaron y toqué timbre. Me atendió Ricardo, me presenté como bajista y le dije que me había gustado mucho su música. Entonces me invitó a entrar. Charlamos y le propuse zapar un rato. Ricardo dijo que si, que probáramos, pero Alberto, el bajista del grupo, me dijo que el bajo no lo prestaba. Realmente me quedé paralizado, justo me decía eso a mí que siempre prestó el bajo a todo el mundo que me lo pide. Finalmente terminamos tocando en casa al sábado siguiente y terminamos realmente súper conformes con el sonido que logramos. A los 15 días me llamaron para invitarme a sumar a esa banda.
Por esos días había estado tocando en mi casa con el primo de Pappo, Sergio Vidal, en guitarra, y con Eduardo Catresqui, un baterista que se fue a vivir al exterior. En esa época tenía un
equipo Miura de 800 wats con 8 bafles con parlante de 12 pulgadas cada uno. Con todo eso cuando ensayábamos ¡se caía el revoque! Quien me marcó a fuego fue mi viejo. Que tenía una orquesta y me enseño el camino de la música. Era como un dios en la tierra. Después otros músicos fueron gravitando en mi cabeza. Entre ellos Frank Zappa, Jimmy Hendrix con su sentimiento, grupos como King Crimson, Pink Floyd. Estudié sobre la base de Jaco Pastorius y Stanley Clarke en mi instrumento, el bajo. Pero he sido autodidacta y aprendí experimentando. Mi viejo, recuerdo que me dijo “lo más importante es aprender a estudiar”. Y sobre la base de eso me largué y aprendí.

R.D.- ¿Cuál es la temática que abarcan? 
M. L.- La temática abarca desde el folklore hasta el heavy metal. Hay música  clásica, jazz, hay hip hop, funky, rock and roll. A nivel producción me quisieron indicar el tipo de música que debía tocar. Y siempre me resistí porque he sido amplio en los temas que abordé. Por eso digo que por suerte siempre hice lo que quise. Hay gente que me dice “vos tendrías que estar lleno de plata con lo que sabés tocas”. Les contesto que me dejen tranquilo con lo mío, porque es mi estilo justamente lo que defiendo y
mi forma de sentir la música. Pero no es fácil sostenerlo algunas veces. Se hace difícil bancárselo. Gracias a Dios tengo una familia que me banca, con la que pasé momentos complicados. Pero cada ladrillito.
R.D.- que está puesto en mi casa está hecho con la música. Sufrí muchas cosas, entiendo que arrastro a mi familia y es un poco egoísta eso. Pero lo acepto y ellos a mí.¿Qué trabajos hiciste? 
M. L.- Trabajé Entre el 1978 y el 1981 en “Jazz y Pop”,  cuando iban los músicos más talentosos al lugar, que era del “Negro” González y Astarita. Yo era el encargado de abrir y cerrar, y aparte tocaba todos los domingos. Un día me llama  González por teléfono y me dice: “venite urgente que va a venir Chick Corea a probar el piano  esta noche después de actuar en el teatro”.  Desde ya, salí corriendo, y cuando llegué me encontré con el baterista que tocaba conmigo. A la
noche, aparece Corea y nosotros ya estábamos enloquecidos. Por aquel entonces, me había roto el brazo y estaba enyesado. El yeso ocupaba todo el cuerpo y el brazo quedaba aprisionado dentro. Pero como mis amigos habían hecho un agujero, podía sacar los dedos y así ensayaba el bajo. Por miedo a no poder seguir tocando me la pasaba ensayando. Cuando llegó Chick Corea para probar sonido, le digo a mi baterista, “le decimos de tocar algo juntos”. Es que estudiábamos con los temas de él, como “España” por
ejemplo. Y a pesar de que me dijo que “estaba loco”, fui y le dije, “maestro, nos permitiría tocar con usted el tema España, nosotros los admiramos y sería un sueño”  La respuesta fue: “¿Pero cómo vas a tocar si estás enyesado?”. Le expliqué como podía tocar, y sorprendido accedió. Realmente ¡¡Un grande!!  
C.O.Te puedo asegurar que muchos músicos nuestros tendrían que aprender un poco la humildad de esa gente. Porque no es que es uno solo. El 98 % de los músicos de afuera que conocí son humildes. Ellos no se sienten ídolos, uno los hace ídolos.- ¿Y cómo resultó? 
M. L.- La cuestión es que tocamos, y fue impresionante. Nos felicitó, y nos dijo que iba a tratar de conseguir una beca para Berkley donde da clases. Si pagábamos el viaje el curso iba a ser gratuito. Lamentablemente no pudimos costearlo, era caro para nosotros. Ahora existe una sucursal en Buenos Aires, desde hace un tiempo. Cuando llegó la noche, y la hora que tocara Corea, él entra y comienza a zapar  y de pronto dice “voy a llamar a los chicos que trabajan acá que estuvieron tocando conmigo el tema Spain” Nosotros no entendíamos nada, nos mirábamos y decíamos, “¿¡Nosotros!?”  Subimos y nos hizo tocar delante del público, no lo podíamos creer. (Hasta aquí Retratos en la Ciudad)
Después de este reportaje de 2004, algunas pocas de las múltiples actividades y actuaciones relizadas por el Mono López nos las cuenta él mismo en SUPER ARTE: Me dedico a producir y a tratar de que mi disco CAMINANDO SIN FIN pueda ser escuchado por el público. 2005: Soy integrante de una banda de funk-metal (REDENTOR) También me incorporo al elenco de una obra teatral y al grupo de música italiana AZZURRO. 2007: Se reune nuevamente después de 14 años, LA CARETA, con mi hijo YAMIL en guitarra, DAVID en voz, HERNAN en bateria y yo en bajo. 2008: Se incorpora el maestro ALEJANDRO PENSA en batería. Lanzamiento del cd ALERTA MUNDIAL de REDENTOR. (”http://www.super-arte.com.ar/1/entrevista-a-oscar-mono-lopez-diciembre-2009/)

Reportaje Cristina Oller - Ricardo Debeljuh
Fotos: Laura Bareiro; Rocardo Debeljuh, facebook Oscar López
Compaginación, Chalo Agnelli 

martes, 21 de octubre de 2014

MIGUEL ÁNGEL MORELLI (POETA, PERIODISTA, LIBRERO Y EDITOR)

Hay muchas librerías, pero hay pocos libreros. Uno de esos libreros paradigmáticos fue Héctor Yánover "librero establecido", como él se apodaba, quien desde su mítica librería de la calle Las Heras en la Capital Federal, ejercía sus tres íntimas vocaciones: la de lector, la de bibliólatra y la de escritor. Decía: "Un librero es un hombre que cuando descansa lee; cuando lee, lee catálogos de libros, cuando pasea, se divierte frente a las vidrieras de otras librerías, cuando va a otras ciudad, otro país, visita libreros y editores..."
Pues en Quilmes también tenemos libreros que se aproximan a ese cuño, Néstor Arias y el aquí entrevistado por Cristina Oller y Ricardo Delbeljuh, en su programa "Retratos en la Ciudad" en mayo de 2003, Miguel Ángel Morelli. La séptima nota que aparece en el libro homónimo publicado en 2006, el cual EL QUILMERO intenta recuperar en esta página.
RECITA CRISTINA OLLER.- 
Escrito en las paredes de la locura. 
Con destellos de mundo he construido esta sombra
reservándome un perfil de sustancia arbitraria.
Con migajas de infinito, me he levantado en idea
para darle a la vigilia el albur del pensamiento.
Después, sólo después, he sido resto,
el devenir de las cosas, un decir, otra mirada.
Ahora, hundido en vértigos de terribles contornos,
vuelvo a ser esta sombra que dibujo y me acorrala.
Del libro “Fragmentos de un cielo impenetrable” de Miguel Ángel Morelli 
RICARDO DEBELJUH.- Le damos la bienvenida a nuestro invitado de hoy.

MIGUEL ÁNGEL MORELLI.- Buenas noches. Estoy muy contento de estar con ustedes. ¿Yo escribí eso? 
CRISTINA OLLER.- Sí señor. 
M.A.M. ¡Caramba, no está mal! Se me habrá escapado. 
C. O.– Y hay muchas otras cosas tan lindas. En este libro, en “Los signos de fuego” y en uno que no tengo: “Piedra blanca sobre piedra negra” 
M.A.M.- Ese conviene olvidarlo. Es el primer libro que “cometí”.
C. O.- ¿Es el que tiene el poema con el que Tacho hizo una hermosa canción? 
M.A.M. – No ese, si no me equivoco, está en el segundo libro. 
C. O.-Y, además, tiene buena prosa. 
M.A.M. Uno hace lo que puede. En realidad escribo porque no me queda más remedio. E intento escribir lo mejor que puedo. Bueno hasta allí llegamos, vio. Es lo que hay. 
C.O.- Además, es bueno que conozca la gente que tenés una faceta de periodista. 
M.A.M.- Te voy a contar algo. Yo nací en un pueblo del interior, Coronel Suárez, y en el patio de mi casa, según cuentan algunas vecinas, mis amigos jugaban al fútbol y yo
hacía la transmisión del partido. No jugaba porque era un pata dura terrible. O me levantaba a las siete de la mañana y hacía mis carreras de coches simulando los grandes premios del automovilismo que en esa época eran muy importantes y los transmitía. Y todos me decían que iba a ser periodista. Y cuando estaba en el 1° año del secundario hice mi primera nota en el diario de pueblo y no paré nunca de escribir. Y jamás se me pasó por la cabeza que iba a ser escritor o librero. Jamás. Creo que el tema de la literatura, esto de escribir con cierto rigor y metódicamente,  me pico los últimos años del secundario y ya en la facultad. 
R.D. ¿Cómo te motivás para generar una obra? 
M.A.M. – La poesía me asalta. Uno siente que hay una voz que empieza trabajar adentro, que no se la reconoce ni se sabe de dónde viene, pero lo concreto es que se instala y luego viene el alumbramiento. Con el tiempo aprendí a no exigirle nada y a no reprimirla. Porque al principio, esto a uno lo sorprende, pues no sabe muy bien qué es. Es algo que ronda semanas, meses... Ahora hace mucho tiempo que no hago
poesía. También aprendí a no desesperarme en épocas de sequía, ya vendrá... ¡O no! El mundo no va a perder nada si yo dejo de escribir.
A veces, también, el disparador es una frase que tiene que ver con mis obsesiones, esos temas que siempre están dando vueltas, algo que vi, que escuché, que se me ocurrió. Antes se hablaba de esas voces interiores con cierta significación mística, y bueno, quizá algo de eso es cierto.
El cuento es distinto. Yo soy un hombre de escasa imaginación y de escasa inspiración. Por lo cual los disparadores para un texto narrativo son siempre lecturas. Borges es mi escritor favorito, pero me pasa que no puedo releerlo, porque me interrumpo encontrándome con una frase que me lleva a un cuento, que tal vez no escribo, tan sólo me quedo imaginándolo, o sí y nace el cuento. 
R.D.- Con Borges tuviste bastante trato. 
M.A.M. Sí. Borges me favoreció en dos cosas: el hecho de ser un mocoso que no tenía la menor idea de quién era mi interlocutor y de ese modo llegué a él sin demasiadas previsiones; y, por el otro lado, por el hecho de ser suarence. Pues resulta que estando en primer año de periodismo en La Plata resolví hacerle un reportaje a Borges. Como si fuera a un jugador de fútbol cualquiera. Aún no conocía profundamente su obra, me era familiar tan sólo por los reportajes. Vengo a la Biblioteca Nacional, días antes que regresara al país Perón, 1973. Figura que no era querida por Borges. Llego a las 10 u 11 de la mañana. Anuncio mi intención, me dicen que probablemente no vendría porque estaba engripado, pero de todos modos resuelvo esperarlo. A las 3 de la tarde la empleada que me recibió asomó la cabeza y se acordó de mí. Me llamó con cierto remordimiento por el plantón y me dice que Borges le acababa de avisar que no vendría, si deseaba llamarlo. Yo por supuesto que dije que sí y me dio el tubo. Atienden, era Borges. Le explique mi propósito, que era de un pueblo del interior y quería hacerle un reportaje para publicar en el “Pregón rural”, el periódico de Coronel Suárez. El nombre te dará idea de cuál era la dirección del diario y lo interesados que estarían los que lo compraban de leer sobre Borges. Este me dice que no podía pues estaba engripado y me pregunta de qué pueblo era. Le digo y se hace un silencio. Luego agrega, “Caramba, yo soy ... Me dice que vaya a su casa en Maipú y Marcelo T. de Alvear.
A raíz de los acontecimientos que estaba viviendo el país, en Avda. de Mayo el colectivo se debió desviar por una manifestación, de modo que llegué tardísimo. Borges me estaba esperando. Y de allí arrancó una linda relación. Yo era un adolescente recién llegado a la Capital y le debo haber preguntado muchas estupideces, pero él advirtió que estaban dichas desde el desconocimiento. Porque era muy irónico con los que sentía que le pretendían tomar el pelo. Que no era mi caso, el mío era el de un semianalfabeto en las cuestiones borgianas. 
C. O.- ¿Tomabas notas, era con grabador, tenés esa cinta? 
M.A.M. Sí tengo esa cinta. Creo que Tacho Soto la tiene. Te imaginás lo qué es el diálogo de un adolescente con Borges. 
C.O.- Es histórico. Refleja ese momento tuyo y la buena voluntad de él. 
M.A.M.- Recuerdo que ese reportaje, antes de publicarlo en el diario de mi pueblo, se lo comenté a la directora de la  revista Vosotras, con la que después nos hicimos amigos, y como a Borges le había preguntado sobre el amor y me contestó, “Cómo responderle de una manera pudorosa, a los 74 años no estoy seguro de no estar enamorado”; la mujer me lo publicó y ese fue el título de la nota. De modo que gracias a Borges comencé a trabajar en esa revista. De modo que cuando necesitaba cambiar de trabajo, como una vez que se me ofreció la chance de entrar en el Cronista Comercial, iba a ver a Borges y le decía que necesitaba un nuevo reportaje para presentarlo en tal lugar y él accedía. Luego comencé a visitarlo con mayor asiduidad. 
R.D.- ¿Qué te gusta de lo cotidiano? 
M.A.M. Sobre todo me gusta vivir. Contrariamente de lo que se desprende de mi literatura. Creo que todos tenemos dos caras. Todos somos ángeles y demonios, Abel y Caín. Unos pueden reprimir una otros no pueden. Por ejemplo me dan que pensar los que atacan con cierta vehemencia a determinadas minorías, por ejemplo a los homosexuales, cuando presencio esto me da qué pensar si no tendrá este algo reprimido de eso mismo que defenestra. O esos políticos que reclaman la pena de muerte contra un criminal cualquiera y se me ocurre si no estará ese señor tapando su propia criminalidad. Cuando se aprende que en la naturaleza de uno están latentes las dos partes uno no se enoja tanto con los homosexuales porque asume que hay una parte de homosexual en cada uno que se desarrolla o no, pero existe, hay un asesino en cada uno de nosotros. Los escritores tenemos la ventaja de sublimar esas partes en la literatura. Mi literatura es muy negra, muy oscura, desesperanzada, y, sin embargo, yo no soy así. No soy ejemplo para nada, pero en el caso de Kafka, cuya obra, valga la  redundancia es kafkiana, según la etimología del calificativo era lo opuesto. Según Marc Bloch, su exégeta, él llegaba a una reunión y era el centro de atracción por su alegría porque era divertido. Lo mismo en el caso de Van Gogh que su fondo tormentoso y torturado no condice con su pintura.
Mi vida y mi literatura difieren mucho. Amo la vida. Hace 45 días debuté como abuelo. A mis 47 años. Es un milagro inexplicable. Cuando tuve a mi primera hija, la que ahora me hizo abuelo, tenía 21 años y honestamente no me di cuenta de la magnitud de esa vida que me llegaba inesperadamente. Entre lo que tenía que trabajar para parar la olla y la velocidad con que pasó la vida no advertí que se trataba de un milagro y como tal no tenía explicación. Y esto va más allá de las cuestiones de fe, de las religiones, de que se crea o no en dios. No importa. Es un milagro. No hace falta nada. Que algo no exista y que después de nueve meses aparezca con esa perfección... ¡¡Es un milagro!! Y eso es lo que me hace pensar que la vida es maravillosa... a pesar de uno incluso.
Por eso, vos me preguntás qué me gusta, me gusta todo. Me encanta la mañana cuando me levanto, ver el sol y también si hay una tormenta furiosa. Porque eso es la naturaleza, días lindos o días donde la naturaleza está descontrolada con nubes que parecen que se nos van a caer encima. Me gusta muchísimo la noche. Estamos bastante condicionados. Se cree que si te gusta una cosa no te puede gustar la otra. Si te gusta la música clásica entonces no puede gustar lo popular y viceversa. No es así. Porque lo que hoy es clásico fue popular algún día. Lo mismo que la lengua culta, no culta. Tenemos todo para gozarlo, pues gocémoslo. 
R.D.- Sé también que te gusta Serrat. 
A.M.A.- Serrat para mí es un tipo de mi familia. En cambio Piazzola, que también me gusta, es el maestro, lo veo desde abajo. En cambio si me cruzara con Serrat le diría: “che, qué hacés hermano”; y no lo vi más allá de una butaca. Porque hemos crecido con él. Es el auténtico músico popular. Cuando musicaliza a Machado y Hernández muchos dijeron que era blasfemo, yo en cambio creo que fue llevar la poesía  a la gente común que nunca en su vida iba a conocer a esos poetas. Como “Un epitafio para Joaquín Pasos”, un poema de Ernesto Cardenal. Cuánta gente podía saber quién era Cardenal hace unos años, bueno Serrat le puso música y lo difundió masivamente. 
“EPITAFIO PARA JOAQUÍN PASOS” 
Aquí pasaba a pie, por estas calles, 
sin empleo ni puesto y sin un peso. 
Solo poetas, putas y picados conocieron sus versos. 
Nunca estuvo en el extranjero. Estuvo preso. Ahora está muerto. 
No tiene ningún monumento, pero recordadle cuando tengáis puentes de concreto, 
grandes turbinas, tractores, plateados graneros, buenos gobiernos. 
Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo 
en el que un día se escribirán los tratados de comercio, 
la constitución, las cartas de amor y los decretos. 
M.A.M. – Viene a cuento de los que afirmábamos anteriormente pues dice este poema  que Joaquín Pasos escribía poemas con el idioma con el que algún día se escribirán canciones de amor, decretos, o sea, el habla popular. Y, del mismo modo ¿qué fue el Quijote en su momento? un texto viciado de  vulgarismos y de calamidades literarias y hoy es la lengua culta. Y cuando Dante, que escribía en latín, lo deja por la vulgata de la Divina Comedia, lo condenaron por ese atrevimiento, que luego fue el italiano culto y que hoy tampoco existe en Italia. De modo que hoy nos comunicamos con palabras vulgares que algún día fueron palabras poéticas. Estamos usando palabras gastadas. El idioma es algo tan rico porque lo estamos recreando constantemente. 
Los chicos son maravillosos en eso. Tenemos la palabra “trucha” que la usa todo el mundo e incluso está adoptada por la Real Academia. La emplean los funcionarios, los presidentes al referirse a “documentos truchos”. O sea, que adquirió una postura oficial, un status quo. Y es una palabra muy “trucha”. 
R.D.- Para terminar. Argentina y los argentinos, qué opinás. 
M.A.M.- Sólo voy a decir esto: ¿Cómo están la cosas? Mal. No voté a este ni a los que estuvieron antes. Si me dan a elegir elijo otras opciones, pero tengo memoria y recuerdo lo que era este país hace un año y medio; en que si alguien me hubiera dicho que iba a haber un dólar a 2 pesos y pico y no se iba a ir a 7 ú 8 ó 10 como se anunciaba; que el país atado con alambres iba a seguir unido de alguna manera; que no iba a haber hiperinflación; que no nos íbamos a devorar el hígado los unos a los otros; que íbamos a estar mínimamente contenidos; y que después de lo que pasó en ese raro y mal utilizado “qué se vayan todos” y los cacerolazos... íbamos a conseguir este atisbo de esperanza que tenemos, unos, otros, todos, me parece hoy... yo no lo creía, sin embargo, aquí lo estoy pensando.
Con lo cual me permito imaginar que nos tiene que ir bien porque ya tocamos fondo y hay cierto consenso que nos dice desde el sentido común que podemos opinar  blanco, negro o azul,  pero opinémoslo juntos porque separados y desde las trompadas no sirve. Me parece que estamos bien rumbeados. Sin dejar de discutir pero dentro de esos parámetros comunes y debajo de ese paraguas que se necesita para ser una democracia. Por eso digo que en los últimos tiempos no he visto la gente con la esperanza que tiene en este momento.
Soy un fanático del levantarme con optimismo. Mirá lo que voy a decir, un pensamiento de autoayuda (risas). Si te levantás con mala cara y predispuesto a que te vayan mal las cosas te van a ir mal. Si, en cambio, te esforzás para levantarte bien, es muy probable que te vaya bien. Si cuando éramos adolescentes íbamos a un baile y pensábamos que conoceríamos a alguien que valdría la pena era probable que acertábamos, en cambio, si suponíamos de entrada que íbamos a perder, seguro que rebotábamos toda la noche. Si sos deportista y salís a la cancha con pesimismo, fracasás. Creo que por primera vez estamos pensando que nos puede ir bien. Contrariamente a lo que veníamos pensando. Me gustaría que nos vaya bien porque nos lo merecemos. Los argentinos son buena gente cuando los agarrás de a uno, el problema es en masa. Incluso somos muy de generalizar, pero si yo le pregunto a cada uno en la calle “¿Usted es buena persona?” Todos nos consideramos buenas personas. Porque lo somos. Algunos generalizan y dicen “¡Los argentinos cuando podemos estafamos!” ¿Ustedes son estafadores? ¡Yo no soy estafador! Pasamos de ser los mejores del mundo a la basura. Y no somos ni una cosa ni la otra. Por eso soy absolutamente optimista. 
R.D. – Un excelente mensaje para terminar. 
C. O.- Y aún nos quedó mucho por charlar, más leyendas de Borges, de Piazzola. Además, las otras facetas: el librero, el editor, sus programas radiales, de modo que habrá Morelli parte dos cuando salga el próximo libro.
Cristina Oller - Ricardo Debeljuh
Compaginación Chalo Agnelli
Quilmes, mayo, 2003 - 26/4/2014
 APÉNDICE DE DESPEDIDA PARA SIEMPRE

El viernes 21 de agosto de este malhadado 2020, a la madrugada, en un sanatorio de La Colonia, Quilmes, murió Miguel Ángel Morelli, tenía 65 años. La peste globalizada, impune, se llevó a otra víctima. Genéticamente poeta: " escribo porque no me queda más remedio... la poesía me asalta". Editor, periodista, 'borgiano', librero, padre, esposo... todo bien amalgamado y sobrio, sin perder el gusto a las pequeñas cosas. El periodismo se le manifestaba en el sutil manejo de la ironía (abrevada en la fuente borgiana) Su ajustada y precisa visión de la realidad del país lo hacía imprescindible a la hora de entender el absurdo del transcurrir argentino.

¿Quién mejor que él para definirse? “Miro. Me espero. Me apoyo, por ejemplo, en la contemplación de un paisaje, para ayudarme a encontrar por escrito lo que todavía no conozco o no puedo estar conociéndolo como yo quisiera. Trato de no sacarle la pureza a lo que me interroga o insiste en mí, desde hace mucho. Soy lo que siento pensando, porque mientas pienso, puedo encontrarme mejor con lo que vuelvo a sentir…”

Nos reconocimos durante muchos años en diferentes circuitos: en la Sociedad Italiana y las Ferias del Libro que allí se realizaban, en la SADE filial Quilmes, en el Círculo de la Prensa, del que fue el último presidente, en recitales, presentaciones, la publicación de dos de mis libros, en el intento del “Grupo Sur”, autores en torno a su revista “Tiempo Sur” que fue un hito de su factura, en la entrevista que le hicieron Cristina Oller y Ricardo Debeljuh en el programa radial “Retratos en la Ciudad” que, transformado en libro, tuve el acierto de desgrabar y transformar en letra escrita.

Era un optimista concienzudo. Amaba la vida, los libros, la gente. Tenía una visión lúcida de las cosas. La poesía lo pierde, la obra lo gana. La librería, los libros se abrirán siempre con su nombre, de lunes a viernes de 9 a 20 y los sábados… salvo algún recreo en la Quintana que estaba en Mitre y Garibaldi. Ahora debe estar allí, en conciliábulo literario con otros imprescindibles que se nos fueron pronto: Liliana Guaragno, Néstor Telechea, Mac Gough, Oscar Tacho Soto…

Quilmes, la poesía, los bibliófilos perdimos, por las crueldades que nos marcan para siempre en la historia, una sustancial figura de nuestro Capital Social. (Chalo Agnelli)